domingo, 5 de agosto de 2018

Primer día en Roma


Primer día: Vuelo, traslado al hotel y toma de contacto con Roma


        Nuestro vuelo salía a las 12 del mediodía, por lo que tomamos un taxi con destino al aeropuerto de Barajas, donde llegamos a las 10:00, hicimos el check in y la facturación del equipaje y nos fuimos a almorzar tranquilamente.



        Tras dos horas y media de vuelo aterrizamos en el Aeropuerto de Fiumicino-Leonardo da Vinci. Después de recoger las maletas en la cinta de equipajes nos dirigimos a la salida, donde nos esperaba nuestro chófer, Dario, con un gran cartel con mi nombre. Montamos en el vehículo, un flamante Mercedes clase E, y nos encaminamos hacia el hotel. Al llegar a la entrada de Roma el conductor nos dijo que iba a hacer un pequeño tour para enseñarnos algunos de los encantos romanos, y nos mostró las Termas de Caracalla, el barrio judío y la plaza Venecia, además de algunas de las principales calles. Todo un profesional, con el que hice mis primeros pinitos con el idioma italiano. Grazie, Dario!

       Dejamos el equipaje en la habitación, y salimos a pasear por las calles de Roma. La primera impresión fue de sorpresa al comprobar que la mayoría de las calles conserva el tradicional adoquinado en lugar del asfalto. Esto, que puede resultar incómodo para el tráfico, tiene una gran ventaja: las calles no desprenden el calor asfixiante del alquitrán, y se puede callejear de manera más agradable, aunque es aconsejable llevar calzado cómodo.



Fontana del Tritone
      Pasamos por la plaza Barberini, donde se puede admirar la Fontana del Tritone, una de las primeras obras de Bernini, el escultor que aparece una y otra vez por toda la ciudad. Para llegar a la iglesia de la Trinità dei Monti, en lo alto de la escalinata más famosa del mundo, la que une esta iglesia con la Piazza di Spagna, tomamos la Via Sistina, en donde nos compramos dos porciones de pizza al corte o pizza al taglio para matar el gusanillo. Delante de la iglesia se alza el Obelisco Salustiano, uno de los trece que acompañan a las fuentes e iglesias por toda la ciudad de Roma. Al pie de las escaleras, se encuentra la Fontana de la Barcaccia, una fuente con forma de barca que fue comenzada por Bernini padre y terminada por su afamado hijo Gian Lorenzo. Esta plaza y las escaleras siempre están abarrotadas de gente descansando, haciendo fotos o refrescándose en la fuente. Nuestro paseo continuó hasta la Piazza del Popolo, antigua puerta de entrada a la ciudad imperial. Allí nos encontramos el Obelisco Flaminio en el centro de la plaza, justo enfrente de las iglesias casi gemelas de Santa Maria dei Miracoli y Santa Maria in Montesanto. No pudimos entrar a visitar Santa Maria del Popolo porque la plaza estaba acordonada por la celebración de un concierto, así que nos perdimos la visita a la Capilla Chigi, otra de las muchas obras maestras de Bernini. Otra vez será.






Piazza di Spagna
Trinità dei Monti
     

     
























 
   Bajando por la Via del Corso, la calle comercial por excelencia de Roma, llegamos a la Piazza Colonna, donde puedes admirar la Columna de Marco Aurelio, con un relieve en espiral donde se narran las guerras marcomanas contra los germanos. Está construida a semejanza de la columna de Trajano, y coronada con una estatua de San Pablo en sustitución de la original que representaba al emperador. En la plaza se encuentra el Palacio Chigi, sede del gobierno italiano, y una elegante fuente con delfines de Della Porta.



Columna de Marco Aurelio
     Nuestra ruta continuó por las estrechas calles interiores hasta desembocar en la Fontana di Trevi. Impresionante obra de Nicola Salvi, con la representación de Océano domando las aguas del mar. La fuente actual ocupa el lugar en el que se levantaba una antigua fuente romana que marcaba el final de un acueducto, y debe su nombre al hecho de estar en la confluencia de tres calles (tre vie). Como mandan los cánones, lanzamos una moneda a la fuente para asegurarnos otra visita a Roma.




Fontana di Trevi
Seguimos por Via del Corso hasta llegar a la Piazza Venezia, el lugar donde se encuentra el monumento más controvertido de la ciudad, el Vittoriano, monumento de 70 metros de altura erigido en homenaje a Vittorio Emmanuele II, padre y unificador de la patria italiana. Se trata de una imponente mole de mármol blanco, visible desde cualquier lugar de la ciudad. En su interior acoge el Museo del Risorgimento y en su parte frontal se encuentra la tumba del soldado desconocido. La polémica viene porque hubo que destruir una gran parte de la Colina Capitolina y el barrio medieval que albergaba para erigir el monumento. Los italianos lo conocen como la "máquina de escribir" o la "tarta de boda".



Monumento de Vittorio Emmanuele II

    Desde aquí iniciamos el regreso al hotel pasando por delante del Palacio del Quirinal, residencia del presidente de la República Italiana, con la fuente de Cástor y Pólux, y el inevitable obelisco, traído de las ruinas del mausoleo de Augusto y gemelo del obelisco Esquilino. 


Obelisco Quirinal y estatuas de Cástor y Pólux

    Pasamos por el cruce de las Quattro Fontane, cuatro fuentes monumentales ubicadas en los chaflanes de las cuatro esquinas. Un último vistazo a la Fontana del Tritone, y a la habitación a refrescarnos para la cena en el Pepy's Bar, en la esquina de la Piazza Barberini. Ensalada de atún y pizza de peperoni. Hay que decir que en Roma la cerveza es súper cara, por un vaso de 30 cl te cobran 4 euros y por la botella de medio litro, 6 euros o algo más. 










No hay comentarios:

Publicar un comentario