Sexto día. La Boca de la Verdad, Trastevere y Pinocchio
Y llegó el momento de la verdad, más bien el momento de la Boca de la Verdad...
No se sabe a ciencia cierta si la escultura de mármol de 1,75 metros de diámetro es una fuente, una salida de agua o la tapa de una alcantarilla, pero sea lo que sea, se trata de una de los puntos más típicos y visitados de Roma.
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La Bocca della Verità |
Todo el mundo que pasa por la pronaos de la iglesia de Santa Maria in Cosmedin, termina metiendo la mano en la boca de la figura, para comprobar si ha mentido, en cuyo caso sufrirá un mordisco.
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Pórtico de Santa Maria in Cosmedin |
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Santa Maria in Cosmedin |
Lo más triste de este asunto, es que mucha gente que acude a conocer la Boca de la Verdad, pasa por alto la visita a la maravillosa basílica de culto greco-católico de Santa Maria in Cosmedin (del griego kosmidion, bello). Este adjetivo se le puso debido a su abundante decoración, aunque hoy en día carece de ella. Aún así, hay que destacar los mosaicos del suelo, el pórtico o el campanario románico de gran altura. Además posee una cripta bajo el altar con reliquias traídas de las catacumbas.
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Santa Maria in Cosmedin |
En definitiva, una iglesia pequeña y muy bella, un poco alejada de las grandes basílicas romanas llenas de dorados y enormes esculturas.
Y tras visitar esta bonita iglesia, y admirar los templos de Hércules y de Portuno en el Foro Boario, cruzamos el río Tíber por el puente Palatino que comunica el centro de Roma con el barrio de Trastevere. Este barrio tranquilo y de carácter bohemio se sitúa en la orilla oeste del río y al sur de la Ciudad del Vaticano. Está formado por calles estrechas, adoquinadas y con pequeños y acogedores restaurantes para degustar la gastronomía italiana.
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Foro Boario, con los templos de Ercole Vincitore y de Portunus |
Después de un pequeño paseo, llegamos a la iglesia de Santa Cecilia in Trastevere. Fundada en el siglo V, en su interior se conservan las reliquias de la mártir romana Santa Cecilia, que fueron traídas desde las Catacumbas de San Calixto.
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Santa Cecilia in Trastevere |
En la parte frontal del altar se puede admirar la escultura de Stefano Maderno que representa a la santa después de haber sido decapitada. Es una figura de gran realismo que se anticipa unas décadas a las esculturas de Bernini. Una reproducción de esta bella y emotiva escultura se encuentra en la cripta de Santa Cecilia, en las Catacumbas de San Calixto, y fue un donativo de una familia norteamericana tras la muerte de su propia hija, llamada Cecilia.
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Santa Cecilia, obra de Stefano Maderno |
Entre las maravillas de esta basílica hay que destacar el ciborio del presbiterio, obra de Arnolfo di Cambio sobre columnas de mármol blanco y negro, y el ábside decorado con mosaicos que representan a varios santos.
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Santa Cecilia. Altar y ciborio |
Desde aquí nos desplazamos a otra de las numerosas iglesias dedicadas a Santa María en Roma, la basílica de Santa Maria in Trastevere, fundada en el siglo III.
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Santa Maria in Trastevere |
El techo de madera, obra de Domenichino, y el ábside con el mosaico de la Coronación de la Virgen, son algunas de las obras maestras para admirar en esta basílica.
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Detalle del techo, obra de Domenichino |
Su interior está inspirado en Santa Maria Maggiore, y consta de tres naves con capillas laterales. Muchas columnas fueron traídas de las Termas de Caracalla.
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Ábside. La Coronación de la Virgen |
El pórtico de la basílica, levantado por Carlo Fontana en 1702, conserva una interesante colección de lápidas y placas de antiguos enterramientos.
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Pórtico de Santa Maria in Trastevere |
La Iglesia de Santa Maria in Trastevere está situada en la plaza del mismo nombre, con una fuente diseñada por Bramante. Durante el día es un lugar tranquilo, pero al caer la tarde, la plaza se anima con las numerosas mesas de las terrazas y la gente que ocupa las escaleras de la fuente.
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Músicos callejeros en Santa Maria in Trastevere |
Continuando con el paseo por el Trastevere, iniciamos la ascensión al Gianicolo, considerada como la octava colina de Roma. En lo alto descubrimos la Fontana dell'Acqua Paola, una fuente monumental construida en el siglo XVII, y que sirvió de inspiración para la Fontana di Trevi.
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Fontana dell'Acqua Paola |
Aquí se encuentra la Real Academia de España, y se puede gozar de unas bonitas vistas de la ciudad de Roma. Un poco más abajo, está la iglesia de San Pietro in Montorio. Los Reyes Católicos promovieron la fundación de este convento para ser atendido por franciscanos españoles. La Academia de España ocupa los antiguos claustros del convento, y en el patio del mismo se encuentra el Templete de Bramante. La tradición dice que aquí fue crucificado San Pedro.
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San Pietro in Montorio |
Poco más podemos apuntar de este templo, pues cuando fuimos estaba cerrado y no pudimos visitarlo. Así que nos encaminamos al corazón del Trastevere, pues se acercaba la hora de comer. Escogimos el ristorante Tonnarello en la Via della Paglia, pues estaba bastante animado y la comida tenía buena pinta. Rigatoni Amatriciana (salsa de tomate, tocino y queso), Tonnarello Carbonara (espaguetis con huevo, por supuesto, tocino y queso), Tonnarello Nonna Nadia (espaguetis con berenjena, aceitunas, alcaparras y tomate) y la Insalata Trastevere (con maíz, pepinillos y mozzarella). Un acierto de local, con un servicio muy atento y una cocina estupenda y abundante. Muy recomendable. Como siempre, la birra a spina, cerveza de barril.
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Rigatoni Amatriciana |
Terminada la comida y el paseo por el Trastevere, nos encaminamos de nuevo al otro lado del río, a la zona comercial de Via del Corso y la Fontana di Trevi. Si te gusta Pinocho o los juguetes de madera no puedes dejar de visitar la Antica Falegmaria Pinocchieto, en la Via del Lavatore, una curiosa tienda dedicada al personaje de Collodi.
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Pinocchietto |
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Máscaras venecianas |
En esta zona cercana a la Fontana de Trevi hay multitud de tiendas de recuerdos y regalos. Puedes encontrar desde imanes, camisetas, bolsos y bolígrafos hasta máscaras venecianas, cristal de Murano o todo el merchandising de Ferrari o los equipos de fútbol romanos.
En la Via del Corso están las Galerías Alberto Sordi, un pequeño centro comercial con tiendas de moda frente a la plaza Colonna. Llevan el nombre del actor que inició su carrera en un teatro que formaba parte del edificio actual. Hay que señalar que en Roma no hay grandes establecimientos comerciales, como El Corte Inglés o la Galería Lafayette de París.
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Galleria Alberto Sordi |
Siguiendo la Via del Corso, nos acercamos a la Plaza de España, para visitar la iglesia de Trinità dei Monti, pues habíamos estado varias veces en la plaza y la escalinata, pero todavía no conocíamos el interior del templo. Así que como faltaba un rato para la puesta del sol, subimos las escaleras de entrada a la iglesia.
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Trinità dei Monti |
Santissima Trinità al Monte Pincio, tiene una parte gótica iniciada en 1502, y a mediados del siglo XVI se le añadió una parte nueva con la fachada actual, obra de Giacomo della Porta y Domenico Fontana. Las obras fueron patrocinadas por Carlos VIII de Francia, y la planta consta de una sola nave con siete capillas en cada lado.
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Trinità dei Monti. Interior de la nave |
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La Piedad, obra de Achtermann |
Los visitantes solo pueden acceder hasta una verja que separa la parte antigua de la nueva. El acceso al altar y las capillas adyacentes solamente se abren para el culto. Al terminar de visitar la iglesia, salimos a la plaza donde se levanta el Obelisco Salustiano, réplica romana de los modelos egipcios, para contemplar el ocaso junto a docenas de personas más. Es un espectáculo impresionante, cuando el sol comienza a esconderse tras el horizonte...
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Puesta en sol en Trinità dei Monti |
Una vez acabada la puesta del sol, abandonamos la plaza y la escalinata para ir a cenar. Esta noche volveremos a The Good Burguer, la hamburguesería a escasos metros del hotel.
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Scalinata della Trinità dei Monti |
Dos cheese burguer y una BBQ burguer, una ración de patatas fritas y refrescos, constituyen el menú de la cena. Creo que ya lo he dicho, pero son las mejores patatas fritas de hamburguesería que he comido en mi vida.
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Hotel Anglo Americano |
De este modo, acaba nuestra aventura romana. A la mañana siguiente, un nuevo paseo para terminar de comprar los últimos recuerdos del viaje. Solo nos quedaba esperar a nuestro chófer que nos llevaría hasta Fiumicino.
En resumen, una ciudad preciosa y monumental, muy agradable para pasear y una gente de lo más amable y simpática. Seguro que volveremos.
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