La
leyenda dice que si tiras una moneda con la mano derecha por encima
del hombro izquierdo de espaldas a la Fontana di Trevi, tienes
garantizado el regreso a Roma. Nosotros cumplimos con el ritual el
primer día de nuestra estancia, por lo que ya estamos pensando en
volver a la Ciudad Eterna.
Y
es que como dice otro mito, para ver Roma se necesita una vida
entera. Nosotros hemos pasado una semana, y solo hemos visitado una
parte del amplísimo repertorio de monumentos, museos, iglesias,
plazas, etc. Y eso, que a medida que vas caminando por las calles de la ciudad, van apareciendo nuevos hitos que admirar, porque en Roma, te surgen maravillas en cualquier esquina.
Debo
decir que yo había hecho una planificación previa del viaje,
diseñando itinerarios, ajustando las visitas para que la hora de las
comidas nos coincidiera con la cercanía a alguno de los restaurantes
o trattorias
recomendados por amigos o a través de los blogs consultados,
teniendo en cuenta los desplazamientos o las visitas concertadas. Al
final, y sobre la marcha, hubo que modificar parte de las rutas
iniciales.
Antes
de volar
El
paso previo, una vez teníamos claras las fechas del viaje, fue
buscar alojamiento. Las premisas eran encontrar un hotel con un
mínimo de 4 estrellas, lo más céntrico posible, y a un precio
razonable. Solo buscamos los que ofrecían alojamiento y desayuno, ya
que el resto de comidas las haríamos sobre la marcha. El
establecimiento elegido fue el Hotel Anglo Americano, situado en la
Via delle Quattro Fontane, en un edificio del siglo XVII en pleno
centro de Roma, a 2 minutos a pie de la plaza y la estación de
metro de Barberini, cerca de la Fontana di Trevi y la Piazza di
Spagna.
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Pasos previos: guías, mapas, tarjetas, etc. |
Después
del hotel, era el momento de buscar vuelos. La opción final fue
hacer el viaje con Iberia, en clase turista plus, que te permite
elegir los asientos que desees, y llevar un bulto de equipaje en la
bodega, aparte del equipaje de mano en cabina.
Con
los billetes de avión en el bolsillo, había que pensar en los
traslados aeropuerto-hotel y hotel-aeropuerto. Aquí lo tuvimos
clarísimo después de la buena experiencia del año anterior en
nuestro viaje a París. Hicimos la reserva con la empresa Sixt myDriver, que pone a tu disposición
vehículos de alta gama con conductores muy profesionales. El precio
es algo superior al de un taxi, pero es muy cómodo, pues te van a
recoger a la salida del aeropuerto y al hotel.
Por
último, faltaba la opción de comprar alguna tarjeta turística, que
en un mismo paquete incluye abono de transporte, entradas a
monumentos y museos, etc. Adquirimos a través de internet el pack
compuesta por la Omnia Card y la Roma Pass.
Omnia
Card es una tarjeta vinculada al Vaticano que te permite acceder a la
Basílica de San Pedro y a los Museos Vaticanos-Capilla Sixtina sin
tener que soportar las largas colas que se forman para entrar. Puede
parecer algo innecesario, pero estas colas pueden suponer una espera
de dos o tres horas… Además la tarjeta te permite utilizar sin
límite de subidas y bajadas la línea de autobuses turísticos
asociados, y que hacen un recorrido por los principales monumentos e
iglesias de Roma. La validez de esta tarjeta es de tres días desde
el momento del primer uso, por lo que conviene activarla a primera
hora de la mañana.
La
Roma Pass es una tarjeta emitida por el Ayuntamiento de Roma, con una
validez de tres días desde la primera activación, y que sirve para
utilizar sin límite la red de transporte municipal (metro, autobús,
tranvía), y te da acceso libre a los dos primeros monumentos o
museos de una larga lista, e importantes descuentos en el resto. La
lista incluye el Coliseo-Foro-Palatino (entrada conjunta), Castel
Sant’Angelo, Museos Capitolinos, etc.
Con esto, ya solo nos faltaba llenar las maletas y esperar al día señalado.